Querido rock and roll ...

 

   No fue ciencia infusa, ni imprevisto ni casualidad. No fue nada buscado ni aprendido … fue natural y congénito.

   No sé si tenía nueve o diez años cuando te descubrí. Hasta entonces, habías estado circulando por mis venas, conociendo mi corazón y dejando que él te reanimase con cada latido y te invitara a viajar por todo mi cuerpo. Y viajaste haciendo círculos por mi sistema sanguíneo a la espera de que un día, mi alma musical te abriera las puertas que por naturaleza, estaban destinadas a abrirse para ti.

   Hasta entonces también habías circulado por otras venas, esas venas que contenían sangre de mi sangre y que ya habían descubierto su pasión por ti y lo inmensamente GRANDE que eras. Y fueron ellas, las que me despertaron e hicieron las presentaciones.

   En aquel mismo momento te convertiste en el eje, en el motor de mi alma musical. Recogiste la corona que te ofrecí, y mi alma y mi corazón te nombraron rey de mi esencia, de esa esencia llamada MUSICA con la que había nacido. Desde entonces, sabes que eres imprescindible para mí, como la sal de la vida.

   Eres una de esas maravillas de las que siempre me sentiré orgullosa. Disfrutar de ti, sentir y llevarte tan adentro es toda una satisfacción. ¡¡¡Soy una mujer con suerte!!!. Eres una de esas maravillas que comparte mis alegrías, mis penas, que alivia el dolor, que seca mis lágrimas, que se ríe conmigo, que me abraza cuando lo necesito, que me da aire cuando me falta, que me da luz cuando la bombilla de mi alma se funde, que pone el color a mis días negros y grises, y da brillo a los colores en mis días de arco iris…. Una maravilla que me reaviva el alma, me da vida y nunca me falla.