Entre poesías

Entre poesías

viernes, 29 de abril de 2011

Soledad ..


Compañera de aventuras,
 huésped que acoge el alma,camarada viajera,
 sherpa que trepa las cumbres de tus entrañas
Colega de emociones,
 portadora de sensaciones reales e inciertas 
bella durmiente que sosiega,
 volcán en erupción que despierta

Amiga en los sentimientos,
 rival que lucha contra viento
zarpa que desgarra pensamientos,
caricia que mima momentos
Enemiga en algunas batallas,
aliada que espera en tu seno
soledad,
a veces tesoro del cielo que prende fuego en el infierno.



martes, 26 de abril de 2011

Silencio

El silencio ...
unas veces fiera daga, que rasga y excarva con su hoja afilada
otras.... dulce cura, que sosiega y serena, envolvedora calma
El silencio ...
unas veces cruel martillo, que golpea y destruye con su maza
otras..... mano amiga, que acaricia y mima, delicada palma
El silencio...
una veces fiera indómita, que agrede y castiga con su garra
otras..... mansa mirada, que observa y mira, encantadora dama.
El silencio ...
unas veces cruel arma, que hiere y lastima con su lanza
otras..... delicada sonrisa, que aviva y alimenta, vitamina del alma

viernes, 22 de abril de 2011

Herida


La luna, bella dama que impregnó en mi alma su influencia
me avisó desde el primer instante, con dulzura, con cautela
Me sugirió que abriera los ojos, que permaneciera alerta,
pero insistió en la ternura, la ternura de quien por cariño, espera.

Mi alma avisó al recelo, y un atisbo de él asomó en mi interior
pero mi corazón henchido de cariño, cerro los ojos,
contradijo a mi alma, contradijo a la luna
y aspiró toda la sangre de mis venas para bombear más amor.

Cuando la aguja del tiempo acaparó varias noches
Selene repitió aviso, bañada su ternura en una mueca de dolor
La boca de mi ser tomó la palabra, escuché su profunda voz
mi alma besó al recelo, y éste, retó a mi corazón.

Y Júpiter que esperaba escondido, invocó al dios de la guerra
cabalgando por mi duelo, Ares recorrió la dolorida senda
Con mi decepción sembró ataques. sembró defensas
mas la mentira vestida de amistad venció con fieras estelas

Y aquel triunfo de la falsedad y la cobardía, latigó mi alma
la cruel herida abierta en mis entrañas, sangra lágrimas de rabia
mi corazón ha perdido una rosa, la traición dejó su espina
el dolor de la daga clavada, espantó con su fuerza a la ira.

Se abrió de nuevo la verja, del sendero de la cruel decepción
en su angosto camino, duras piedras, malas hierbas y ajadas flores
Y apareció la mano hipócrita, lamento falsamente arrepentido
 palabra oscura, mirada traidora, sentimiento fingido

La traición, disfrazada y enmascarada de verdad y pureza
beso de judas, traficante de almas, manipulador de sentimientos
No acariciaré tu lazo, si no desnudas con esmero tu impostora risa
pues la Luna está en mi ombligo regalándome su sonrisa.


lunes, 18 de abril de 2011

Relato: Infidelidad

  
   Aquella tarde, fría y lluviosa, Carlos, atenazado por el sentimiento de culpa, decidió tomar el sendero de la sinceridad, y con el cuerpo tembloroso, la voz entrecortada y la mirada empapada en agua de lágrimas, confesó a María su infidelidad.
   A María un escalofrío le escaneó todo su cuerpo... En su interior, se inició una batalla cruenta. El dolo hizo rehén a su corazón empapado de amor. Prendió una soga a su alrededor y a cada embate, como si de una pitón se tratara, oprimía un poco más. El amor se henchía para ganarle terreno pero el pulso fue terrible.
   Durante unos días, entre María y Carlos no hubo sonrisas, ni palabras, ni tan siquiera miradas furtivas. No hubo caricias, ni buenos días, ni buenas noches, ni cama compartida ni desayunos cómplices al alba. Parecían dos desconocidos habitando la misma casa, dos almas perdidas y ciegas que fingían que se ignoraban.
   Carlos simplemente vagaba. Aunque María lo ignoraba, su culpa no tenía perdón porque seguía nadando entre dos aguas, porque su alma se debatía entre dos damas, a una la quería, a la otra .... la anhelaba. Dejó de ser infiel en la alcoba para serlo en el lecho de los sentimientos, donde mora la infidelidad más cruel, la más dolorosa.
   María perdió su luz y en su vagar se podía leer la angustia que dentro de ella se fraguaba. Se borró su hermosa sonrisa y sus labios se tiñeron con la mueca del dolor, esa que sale del alma dañada, esa que nace cuando la traición te hace una visita inesperada de la mano de quien más amas.
   Una noche, en la plenitud de la madrugada Carlos depertó entre la incomodidad de aquél sofá que durante unos días fue su almohada. Se incorporó y aun arriesgo de despertarla, se acercó a María y le regaló el beso más dulce que hasta ese día le había entregado. Después, sin reparar en equipaje salió de casa. Y comenzó a caminar, dio un paseo con la luna, y luego con el sol, después con las nubes, más tarde con la lluvia ... Y jamás volvió a dulce abrazo de María, pensó que ya jamás, la amaría como merecía.
   Esa misma noche, al mismo tiempo que Carlos recorría aquella fría madrugada con Selene como única compañía, dentro de sus sueños, el amor de María encontró el perdón y con una nueva luz en su mirada buscó a Carlos por toda la casa. Al comprobar su ausencia, lo entendió todo y el ardor de la desolación empezó a pujar presionando primero su cabeza La fuerza de aquella presión acabó clavando sus rodillas en el suelo y arrancándose el aliento que le quedaba, un gemido aterrador salió de su garganta y volvió de nuevo a desgarrarse su alma.

Relato: Jardín enamorado

Helena tenía 20 primaveras recién cumplidas. Su hermosura, fruto de la juventud, se irradiaba por dentro y por fuera. Enamorada de la vida y del amor, su rostro, elegante y delicado espejo, reflejaba su alma henchida de felicidad

Cuando el amor y la plenitud de aquellos sensacionales años le hacían lucir con el brillo y el esplendor de la rosa más bella y radiante, Javier le abandonó.
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Con los primeros rayos de cariño, latiendo unidos su corazón y el de su primer amor lograron el amanecer de un jardín de aromas intensos, en el que sembraron los sentimientos más puros y a los que no dejaron de regar, abonar y mimar manteniéndolos vivos durante tres años, tres maravillosos años. Los rosales se levantaban hermosos representado la belleza de su amor con sus tallos salpicados de pequeños pinchos que lograban ser salvados con el cariño de ambos. Un grupo de amapolas de colores diferentes eran la sencillez que tiempo atrás les había unido y las blancas margaritas, salpicadas por toda la extensión, alimentaban la sinceridad de la que nació su amor. Los misteriosos gladiolos apostados a lo largo del muro, prestaban elegancia a la relación y las blancas y voluminosas hortensias transmitían la pureza que brotaba de su enlace. El Sauce Llorón que reinaba en una esquina del jardín, les acompañaba en sus lágrimas cuando brotaban, dándoles cobijo y consuelo. Las ortigas que de vez en cuando brotaban, morían afectadas por la intensidad de los sentimientos pero antes de fallecer, se antojaban la infusión perfecta para reforzar la unión.
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Hacía unos meses que él permanecía sumido en el silencio y la distancia, y había dejado de prestar atención a aquella flora sentimental que tanta felicidad les había dado. A pesar de que ella seguía entregada en cuerpo y alma a sus cuidados, parte del jardín comenzó a ajarse dejando paso a las malas hierbas. Poco antes de que Helena dejara atrás los 19, se dio cuenta de que los latidos de su amado parecían haberse desmarcado de los suyos, provocando amargas arritmias amorosas. El miedo a que ambos corazones ya no volaran al unísono apresó su alma. Sus temores se confirmaron cuando Javier, una oscura y triste tarde, se acercó al jardín y arrancando de cuajo sus marchitados sentimientos y arrastrando con ellos sus raíces, se marchó sin mediar palabra. Pasadas unas lunas, descubrió que los sentimientos de Javier lucían y florecían en otro jardín. La luz que desprendía la bella mirada de Helena perdió su intensidad. Su corazón se encerró en la soledad de sus latidos y su alma embargada por el dolor, se refugió en los recuerdos olvidando el cruel presente que le había despojado de su gran amor.

El cariño, el tesón y la bondad del abrazo de la amistad, lograron abrir las rejas que encarcelaban a Helena, lograron romper el candado que custodiaba su alma y la vida volvíó tímidamente a sembrase en su interior, aunque su herido corazón seguía buscando sus recuerdos como una necesidad vital.
Durante un tiempo, la nostalgia de Helena se empeño en acoger a vendedores de semillas con almas solitarias en aquel jardín que deteriorado y marchito reposaba en la oscuridad del olvido. Ella albergaba el deseo de volver a cuidar un paisaje frondoso, lleno de color y aromas de felicidad. Lo intentó en varias ocasiones, pero la simiente que sus pretendientes inseminaban en su dañada tierra no prosperó y siempre, acudía vestida de desilusión junto a su sauce llorón que a su pesar, a penas le daba cobijo pues él también estaba sumido en la tristeza.


Un atardecer, un corazón relleno de bondad se acercó a Helena ofreciéndole el secreto para volver a empezar. No era un interesado vendedor como el resto, a penas pedía gran cosa a cambio, tan solo una sonrisa y la satisfacción de haber sembrado un granito de esperanza que fructificara con la fe de ver amanecer de nuevo la vida. Helena le abrió las puertas de su jardín y él, con las manos rodeadas de magia, libró la tierra de las malas hierbas, extrayendo del alma de Helena los sentimientos de rencor que albergaba, arrancó las raíces podridas que aún permanecían enterradas en el corazón de ella en forma de sentimientos de culpabilidad. Limpió y allanó el jardín abriendo los ojos de Helena, secando sus lágrimas y mostrándole que sólo en ella misma residía el secreto de la felicidad. Tan solo cuando consiguiera limpiar su alma de las amarguras del pasado reservando tan solo un trocito para albergar los buenos recuerdos, tan solo cuando su alma y su corazón moraran en armonía y satisfechos de vivir sin la necesidad de otro amor, solo entonces podría comenzar de nuevo.
Le mostró el porqué de que una semilla sembrada en tierra resentida y afectada de enfermedad, acababa enfermando de igual modo haciendo imposible su brote. Le explicó que la tierra cobijada en su jardín necesitaba ser regenerada y mimada hasta que lograra rebosar de vida por si misma. Luego, estaría lista para volver a crear …..

A mi madre


Observo tu mirada, esa mirada que atesora tanta sabiduría, tantas buenas experiencias y tan dolorosos e inolvidables pesares pero que todavía,se esfuerza por derrochar luz con la que seguir expresando.

Obesrvo tus ojitos, empequeñecidos y abrigados por esos párpados a media asta, minados por el tiempo, cansados y doloridos pero deseosos como el primer día de seguir mirando.

Observo las arrugas de tu octogenario rostro, huellas que el dolor y los años dejaron pero que también aportaron tus risas y que aun hoy, con una sonrisa aspiran a seguir brotando.

Observo tus movimientos, con tu menudo cuerpecito ajado por el paso del tiempo, por el esfuerzo hecho, por el trabajo ejercido pero que ahora desea con más fuerza seguir ofreciendo.

Observo tus manos, instrumentos dotados de sensatez, cariño y tesón que me criaron, que me moldearon tal y como soy y que al tocarme, se mueren por seguir abrigándome y amando.

Te observo y siento ..... siento que lo que tú me has dado, es el alimento que formó mi alma, el pan que engordó mi corazón, , el agua que fortaleció mi vida, la música que atusó a mi ser, es lo más preciado que tengo, eres todo lo que me ha hecho ser.

Te observo y siento ......siento que te estoy perdiendo, que pronto me asaltará tu falta, que pronto te robará el cielo, pero que tu amor, será un amor eterno y que sin duda, siempre pregonaré orgullosa, aunque ya no estés...... que TE QUIERO.

domingo, 17 de abril de 2011

No es oro todo lo que reluce

No es oro todo lo que reluce, ni carbón todo lo que parece oscuridad
con el corazón despojado de prejuicios
es como debemos mirar.
No son más puras las dulces palabras, ni brindan más verdad
con los oídos libres de necios chantajes
es como debemos escuchar.
No son más cabales los llantos, ni menos sensata la seriedad
con la mirada sin tupidos velos
es como debemos observar.
No son más limpias las caricias, ni más haraposa la sobriedad
con las palmas de las manos desnudas
es como debemos tomar.
Porque no es oro todo lo que reluce
 ni carbón todo lo que parece oscuridad
dejemos a un lado las apariencias
 pues en malas consejeras se han de antojar
Procura desnudar tu alma entera,
tener presente lo que vive detrás,
y si no puedes adivinarlo, olvídate de juzgar.
Primero sé sincero contigo mismo
y busca después el triunfo de la verdad
pues un juicio por lo que parece,
al que menos lo merece, puede dañar.